jueves, 11 de febrero de 2016

Trótula de Salerno. Edad Media #WomenInSTEM

Siempre he sentido cierta predilección por la Edad Media, quizá porque al ser un período oscuro caracterizado por la caza de brujas y el temor de ser acusada de practicar la brujería incluyendo en esta incluso la sanación o la alquimia, que una mujer demostrara interés por el saber era cuanto menos, osado. Por este motivo y porque a las mujeres se les tenía prácticamente vetado el conocimiento, admiro a aquellas que, a pesar de esto, desarrollaron vocaciones científicas y destacaron en alguna rama de la ciencia. 

Algunas, pocas, se aventuraron en los caminos del conocimiento, y lo hacían protegidas por los fuertes muros de los conventos y monasterios medievales, como le ocurrió a la abadesa alemana Hildegarde de Bringen -hablaremos de ella en otra ocasión- cuyos prolíficos escritos incluían materias científicas como la medicina, la botánica o la historia natural. Estos conventos eran un buen lugar para la educación de las mujeres puesto que la mayoría de ellas eran excluidas de las universidades. 

La educación universitaria en Europa fue accesible para algunas (afortunadas) mujeres durante el periodo medieval. En el siglo XI, en este mundo dominado por hombres, se abrió camino (no sin dificultad) Trótula de Salerno, considerada la primera ginecóloga, que vivió entre los siglos XI y XII. Ocupó una cátedra en la Escuela Médica Salernitana, donde enseñó a muchas mujeres nobles italianas, un grupo referido en ocasiones como "las señoritas de Salerno". Su obra fue tan novedosa e influyente que hasta el siglo XX hubo quien dudaba de que la hubiera escrito ella, y ¡hasta de su propia existencia!

Veamos un poco mejor en qué consistieron sus ideas.


Trótula de Salerno por John William Waterhouse

No se sabe mucho sobre la vida de Trótula, salvo que nació y murió en Salerno a principios del siglo XI. Su nombre aparece siempre relacionado con la Escuela de Medicina de Salerno en la que estudió. Se dice que fue la esposa de uno de los fundadores de dicho centro, Johannes Platearius, a quien posteriomente se le atribuiría la obra de Trótula. Su esposo y sus dos hijos, también médicos, llegaron a ser profesores en esta escuela.

Una miniatura que representa la Scuola Medica Salernitana
de una copia de los Cánones de Avicena. Wikipedia
En esta época, el saber estaba en manos del clero, sobre todo masculino, que custodiaba todos los escritos del conocimiento. La medicina también estaba reservada a los hombres, y salvo alguna excepción, las mujeres solo podían ejercer de comadronas.  En este momento, ocurre algo insólito. Se funda en Salerno una escuela médica laica, la Escuela Médica Salertiana, la mayor fuente de conocimiento de Europa, cerca del importante monasterio benedictino de Montecassino (Nápoles). Considerada por algunos autores como la primera universidad europea, admite a árabes y judíos, logrando un enriquecimiento cultural único. También admite a mujeres como profesoras y alumnas, y por primera vez se les ofrece la posibilidad de adquirir conocimientos médicos más allá de ayudar a parir. 

Trótula aprovechó esta oportunidad y desarrolló ideas que fueron una auténtica revolución para su época. Su obra más importante, dentro del área de la Obstetricia y Ginecología, fue Trótulae curandarum aegritúdinum mulierorium ante et post partum, más conocido como Passiónibus mulierum curandorum ("Curación de las dolencias de las mujeres") en el que expuso temas atrevidos y hasta peligrosos en aquel momento. Combinó creencias arraigadas como que -a causa del pecado original provocado por Eva-, las mujeres eran por naturaleza más susceptibles de enfermar, y por ello necesitaban una mayor atención médica, con otras que fueron una auténtica revolución. Por ejemplo, afirmaba que los problemas para concebir podían ser debidos tanto a las mujeres como a los hombres (en ese momento, solo se culpabilizaba a la mujer si no podía tener hijos) o tratar de eliminar la creencia de que todos los males de la mujer se debían a la menstruación. Lo más peligroso, fue defender el uso de hierbas, en este caso opiáceos para mitigar el dolor del parto, práctica que estaba totalmente prohibida por las leyes y la religión y perseguida en ese momento.



Ilustración de Passionibus mulierum culandorum

Describe también diversas técnicas quirúrgicas, postula brindar una eficaz protección perineal y hace descripciones de avanzada sobre las episiotomías. Sus tratados pediátricos dan normas sobre los lactantes y respecto al cuidado del niño en sus primeros meses de vida. Ejerció como cirujana con técnicas muy avanzadas en cuanto al material quirúrgico y anestesia.




Esta obra también conocida simplemente como Trótula maior o el Trótula, consta de 60 capítulos y en ellos aborda la menstruación, la concepción, el embarazo, el parto, el control de la natalidad, además de diversas enfermedades ginecológicas y de otro tipo, así como de sus remedios. Se convirtió en texto obligatorio de medicina en las universidades europeas hasta el siglo XVI a pesar de haber sufrido multitud de plagio a lo largo de los siglos. 

La otra obra, llamada Ornatu mulierum o Trótula minor es un tratado de cosmética, así como del cuidado de la piel y la higiene como prevención de enfermedades, toda una novedad. Recomienda también a las mujeres de su época ejercicio físico regular, masajes con aceites y una dieta equilibrada y saludable. Y completa estas recomendaciones con unas simples y curiosas recetas de cosmética femenina.



Poco se sabe sobre la muerte de Trótula. Se piensa que fue en Salerno en el año 1097.

Los siglos venideros no fueron tampoco fáciles para las mujeres en ciencia. La Revolución científica de los siglos XVI y XVII vio una gran afluencia de mujeres al campo de la ciencia, sin embargo, las mujeres fueron excluidas de las universidades. 
La obra de Trótula se tuvo que enfrentar a esa negación intelectual femenina. Fue tan revolucionaria para su tiempo que ya desde el siglo XII, donde mayoritariamente estudiaban hombres a raíz de la creación de las universidades, empezaron a levantarse voces afirmando que era prácticamente imposible que una mujer pudiera haber escrito todo aquel saber y dieron la autoría de sus libros a su marido. Algunos estudiosos llegaron a dudar de que Trótula fuese una mujer y otros incluso, dudaron de su existencia, así que desde el siglo XV sus obras se solían atribuir a un varón, masculinizando su nombre a Trótulo (Trotulus). 

Aún en el siglo XX había iluminados que insistían en que no era posible que una mujer hablara de temas tan complicados.

Ninguneo sangrante. 

Se dudaba de la inteligencia de una mujer, de su capacidad de pensar por sí misma y de tener ideas innovadoras o llegar a conclusiones revolucionarias. Por este motivo, Trótula de Salerno, se ha ganado mi cariño y todo mi respeto y admiración. Aunque haya a quien le haya podido pesar, sus ideas y sus conocimientos, se han transmitido de forma obligada en la medicina a lo largo de los siglos. Ahí queda eso. 

Con el descubrimiento de la imprenta por Gutenberg, la obra de Trótula es impresa por vez primera en Estrasburgo en el año 1554. Su obra la convirtió en la mujer de mayor prestigio en Obstetricia y Ginecología de la Edad Media.


Nota: Este post se ha escrito con motivo del #WomenInStem una iniciativa para visibilizar el papel y la relevancia de las mujeres en las áreas STEM  (Science, Technology, Engineering, and Mathematics) donde aún son minoría. 


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