lunes, 31 de diciembre de 2018

La despensa del futuro combinará transgénicos, algas y comida ética

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José Miguel Mulet, Universitat Politècnica de València


A pesar de lo sobrevalorada e idealizada que tenemos la comida tradicional, la tecnología de los alimentos, la biotecnología alimentaria y las ciencias agrarias son algunas de las disciplinas científicas donde más se investiga y donde más resultados se obtienen cada año. La industria agroalimentaria ha sido de las que mejor han capeado la crisis económica de la última década y aún goza de muy buena salud.

¿Hacia dónde irán las tendencias en los próximos años? Viendo los últimos cambios, no es difícil hacer un ejercicio de prospectiva y tratar de adivinar qué vamos a encontrar en el supermercado en un futuro más o menos cercano.

Comida ética, ecológica, con sello

La moda de lo natural está muy implantada en la sociedad. Hay un creciente nicho de consumidores que, además de la calidad y el precio de la comida, mira otros factores como la ética de la producción y el impacto ambiental. El término natural ya no dice nada porque está sobreutilizado, y a nivel legal tiene una definición tan laxa que permite su uso en alimentos que en realidad no lo son.

El sello ecológico parece que ocupó el hueco de natural. Sin embargo, existe desde 1991 y no parece que esté triunfando. El gasto por persona y año en alimentos ecológicos es de 35 euros en España y de 350 euros en los países de Europa con más consumo, como Dinamarca o Alemania. Hablamos de un mercado minoritario si comparamos estas cifras con la media de 3.500 euros de gasto por persona y año en alimentación en Europa.

Su presencia en los grandes distribuidores de alimentación es todavía escasa, y la demanda del público se concentra en sectores muy determinados de la población debido a su alto precio. El nuevo reglamento de producción ecológica publicado en 2018 implica que los criterios para conseguir el sello van a ser más restrictivos. Esto encarecerá el producto y, probablemente, disminuirá las ventas y acotará todavía más el perfil de los consumidores.

No obstante, lo más probable es que alguno de los sellos alternativos que ya existen como KM0, Comercio justo o producción integrada ocupe su lugar. ¿Cuál será? El que ofrezca un valor añadido a nivel ético o ideológico (producción local, condiciones justas para los productores y limitación en el uso de pesticidas) sin que el incremento de precio o la disminución de la calidad sean exagerados.

Superalimentos

De forma cíclica aparecen en el mercado alimentos nuevos, o viejos que se vuelven a poner de moda, que se publicitan por sus beneficios (reales o ficticios) para la salud. En los últimos años hemos visto el ascenso y caída de las bayas de Goji, sustituida por la quinoa y las semillas de chía. También cómo el pan de trigo perdía popularidad frente a cereales como la espelta y el centeno, que hace unas décadas fueron descartados en beneficio del trigo.

La tendencia alimentaria se orienta a que la gente cada vez consuma menos carne, y opciones como el vegetarianismo y el veganismo están en alza. Probablemente los nuevos alimentos que van a ganar popularidad en los próximos años serán las algas chlorella, la espirulina obtenida de cianobacterias y, en general, cualquier alimento que sea apto para veganos y pueda aportar aminoácidos esenciales y vitamina B12, que son los mayores déficits en este tipo de dietas.

Transgénicos y CRISPR

La tecnología transgénica, a pesar de su escasa popularidad entre los consumidores europeos, sigue aumentando su presencia año tras año. Actualmente, Europa importa 91 variedades transgénicas, como algodón, maíz, soja, colza y una variedad de remolacha. Estas variedades se utilizan sobre todo para alimentación del ganado.

Hay que tener en cuenta que las variedades transgénicas en uso tienen unas ventajas orientadas hacia el agricultor, no hacia el consumidor, como puede ser tolerancia a insectos y herbicidas. No obstante, ya tenemos disponibles productos enfocados hacia el cliente, como el trigo apto para celiacos, frutas enriquecidas con antioxidantes, minerales y vitaminas. Probablemente, debido al marco regulatorio restrictivo, no nos lleguen como piezas de frutas, pero sí como parte de complementos nutricionales.
CRISPR se diferencia de la tecnología transgénica en que permite hacer una modificación sin incorporar ADN foráneo. Esto abrió la posibilidad a que los organismos modificados de esta forma no fueran considerados como transgénicos.

Parece que en Europa sí llevarán la etiqueta de organismo modificado genéticamente y en Estados Unidos no, lo que pone en clara desventaja a nuestra industria. Sin embargo, la aplicación de esta ley genera muchas incertidumbres, puesto que desde el punto de vista tecnológico no es posible detectar si se ha aplicado la tecnología CRISPR en un alimento. Por tanto, probablemente veamos estas modificaciones en los supermercados. De momento, en Estados Unidos ya se comercializa una variedad de champiñones modificada por CRISPR.

Dietas individualizadas

Cada vez es más normal encontrar gente que tiene algún tipo de alergia o intolerancia en su dieta. Es posible que no todo el mundo que alega padecer estos problemas tenga un diagnóstico correcto, pero la mera creencia en ser celíaco o intolerante a la lactosa hace que la gente consuma determinados productos y evite otros.

El número de alimentos disponibles orientados hacia ciertos consumidores va a seguir creciendo debido al aumento de la demanda y a la mejora de la tecnología que lo hace posible. El resultado será un abaratamiento del precio final, por lo que cada vez veremos más alimentos “aptos”, “sin” y “enriquecidos” en las despensas.

En conclusión, la comida del futuro será más, mejor y diferente.The Conversation

José Miguel Mulet, profesor titular del departamento de Biotecnología, Universitat Politècnica de València
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

El bosque, fuente y forma de vida

Me habéis oído decir muchas veces que nos enfrentamos a un gran reto en los próximos años: el de proporcionar una alimentación suficiente, segura, saludable y respetuosa con el medio ambiente, en un entorno que cada vez está siendo más castigado y donde la población crece a la vez que disminuye la superficie cultivable. 

Pero no solo tenemos por delante un reto alimentario. El mundo se enfrenta a un sinfín de desafíos en los próximos años. También debemos aumentar los servicios y bienes de consumo además de tratar de buscar alternativas a la utilización de combustibles fósiles, que son finitos y contaminantes. 




En este sentido, fue lanzada y adoptada el 13 de febrero de 2012, la Estrategia de Bioeconomía de Europa, cuyo objetivo es abordar la producción de recursos biológicos renovables y su conversión en productos vitales y bioenergía.

Fuente | European Commission. Haz click sobre la imagen para hacerla más grande

¿Y qué significa esta palabra?

Según esta Estrategia, la bioeconomía se define como el conjunto de las actividades económicas que obtienen productos y servicios, generando valor económico, utilizando como elementos fundamentales los recursos biológicos. Su objetivo es la producción y comercialización de alimentos, así como productos forestales, bioproductos y bioenergía, obtenidos mediante transformaciones físicas, químicas, bioquímicas o biológicas de la materia orgánica no destinada al consumo humano o animal y que impliquen procesos respetuosos con el medio, así como el desarrollo de los entornos rurales.

Fuente | European Commision
Haz click para hacer la imagen más grande.
Es uno de los mayores y más importantes sectores de la UE, representando unos ingresos anuales de cerca de 2.000 millones de € y unos 18 millones de puestos de trabajo. Es también un sector clave para incentivar el crecimiento en las zonas rurales y costeras. La UE ya financia la investigación, demostración e implantación de soluciones sostenibles inclusivas y circulares con base biológica, como es el caso de los 3.850 millones € asignados en el marco del actual programa de financiación de la UE Horizonte 2020. Para el período 2021-2027, la Comisión ha propuesto asignar 10.000 millones € como parte de Horizonte Europa a la alimentación y los recursos naturales, incluyendo la bioeconomía.

En definitiva, esta estrategia nace con la idea, dicen, de convertir la necesidad en oportunidad. Su misión es la de facilitar el desarrollo de la bioeconomía sostenible en España durante los próximos 15 años, con el horizonte de 2030, manteniendo la producción competitiva de alimentos y, a la vez, desarrollando y posicionando en el mercado una amplia gama de productos de alto valor añadido a partir de materias primas de origen renovable.


Se están produciendo muchos avances en el ámbito de las ciencias agrarias, alimentarias, la biotecnología y la química, y los que van a llegar en los próximos años, con ayuda de otras áreas como la ingeniería, la organización o la logística. El primer beneficiado será el sector agroalimentario y forestal español, tanto para atender la demanda interna como para avanzar en su estrategia de exportación e internacionalización. Además, la aplicación de este conocimiento a la utilización integral de los recursos de origen biológico y en especial a la revalorización de residuos y subproductos agroalimentarios y urbanos, va a permitir desarrollar otros sectores económicos que, utilizándolos como materia prima y mediante procesos biológicos, físicos, químicos o termoquímicos, podrán poner en el mercado diversos biomateriales (bioplásticos, lubrificantes, etc.), así como bioenergía (biocombustibles avanzados u otros aprovechamientos energéticos de la biomasa). El desarrollo del conjunto de la bioeconomía, como suma de todos estos sectores, en los que se engloban tanto las actividades tradicionales, como otras nuevas, mejorará la eficiencia de utilización de nuestros recursos, para optimizar su uso, avanzando hacia una economía sostenible y alejada del uso de recursos de origen fósil. 

La economía europea depende en gran medida de los recursos fósiles como fuentes de energía y de carbono, por lo que es vulnerable a la inseguridad y contracción del suministro y a la volatilidad del mercado. Para seguir siendo competitiva, la UE debe convertirse en una sociedad con bajas emisiones de carbono en la que las industrias que utilizan eficientemente los recursos, los bioproductos y la bioenergía contribuyen al crecimiento ecológico y a la competitividad. De hecho, forma parte de su propuesta contra el calentamiento global, fijando el fin de la utilización de combustibles fósiles para mediados de siglo. 




En particular, esto supone la utilización de fuentes de energía renovable como la energía solar, eólica, hidroeléctrica… pero también aquella proporcionada a partir de desechos agrícolas y forestales, residuos etc. e investigar sobre otros recursos renovables como las microalgas, muy eficientes en la fijación de CO2 y en la utilización de la energía solar para producir biomasa.

Chlorella sorokiana creciendo en un reactor de microalgas.
Fuente | Wikipedia


Junto con la demanda agroalimentaria que os mencioné al comienzo de este post, y que sería la actividad más relevante, otro grupo de actividades importantes que se incluyen en esta estrategia, ligadas al sector agroforestal, son las relacionadas con la obtención y transformación de la madera, el corcho, la resina, la producción de papel y otros productos industriales, así como la obtención de bioenergía y otros bioproductos, y los aprovechamientos y servicios ligados a los ecosistemas, que engloban desde actividades de recolección hasta turismo y ocio.

Y es que cuando pensamos en un bosque, estamos pensando en un domingo en el campo comiendo en familia o con los amigos y echando un día agradable hablando, jugando, recorriendo algún sendero o refrescándonos en alguna poza que forma parte del paisaje. Cada 21 de marzo, se conmemora el Día Internacional de los Bosques.


Parque Natural de la Sierra de Huétor, Granada. Imagen | bioamara©


Quizá no seamos conscientes de la importancia que tienen: 
  • Los bosques son una importantísima fuente de fijación de CO2, siendo el eucalipto una de las especies que más carbono secuestra, lo que ayuda a mitigar las repercusiones del cambio climático.


Dato medio de la fijación de CO2 anual por pie en toneladas. Fuente

  • Mejoran la calidad del suelo y reducen procesos erosivos.
  • Regulan el ciclo del agua.
  • Proporcionan protección y son hábitat de multitud de seres vivos.
Pero, además, para nosotros, suponen:
  • Una fuente de productos derivados y materias primas (frutos, compuestos de interés farmacológico, biomasa o madera de distintas especies forestales como pinos, eucaliptos, castaños, hayas, etc.)
  • Un espacio de recreo y turismo
  • Una protección acústica, puesto que nos hacen de barrera contra el exceso de sonido al que normalmente estamos expuestos
  • Una fuente de empleo muy importante

Por supuesto, todos los beneficios que (nos) puede aportar el bosque no existen sin una adecuada gestión forestal. Por ejemplo, ya sabemos que el riesgo de incendio forestal aumenta como consecuencia del abandono de los usos tradicionales de las tierras y de la reducción del pastoreo, que produce una elevada acumulación de combustible vegetal. En este sentido, tareas como la quema controlada y el pastoreo son actividades contempladas en un programa europeo de gestión sostenible del monte llamado Open2Preserve  y son fundamentales para la prevención de incendios forestales.

Pero vamos más allá. Podemos adquirir productos forestales como madera, papel o derivados, y para tener la certeza de que provienen de un bosque que ha sido gestionado de modo sostenible, existe la Certificación Forestal. Se deben cumplir una serie de requisitos, pero ese cumplimiento tendrá ventajas para los bosques y el mercado. 

Los dos principales sistemas de certificaciones internacionales son FSC (Forest Stewardship Council / Consejo de Administración Forestal) y PEFC (Programme for Endorsement of Forest Certification Schemes / Programa para el Reconocimiento de Esquemas de Certificación Forestal). 


En ambos casos, la Gestión Forestal Sostenible persigue la administración y uso de bosques y montes de manera que mantengan su biodiversidad, productividad, capacidad de regeneración y vitalidad. Asimismo, dicha gestión debe tener el potencial de cumplir, ahora y en el futuro, funciones ecológicas, económicas y sociales relevantes, a escala local, nacional y global, sin causar daño a otros ecosistemas (Conferencia Ministerial Helsinki, 1993)”.

Las certificaciones las realizan entidades independientes, no gubernamentales y sin ánimo de lucro y verifican que la gestión forestal cumple con los estándares ambientales, sociales y económicos, que se acuerdan de forma internacional por todos los sectores implicados. Finalmente, esa evaluación se reconoce mediante un sello.

Utilicemos lo que el bosque nos ofrece, sí, pero con responsabilidad y conciencia. Solo haciendo las cosas bien, lograremos obtener un beneficio dejando la mínima huella.

#CoñecementoParaTodos

Es un movimiento que nace por parte de un grupo personas con amplia base científica para tratar de aportar información sobre temas importantes que afectan al medio ambiente.

Referencias y más información: