Desde 1981, cada 16 de octubre se viene celebrando el Día Mundial de la Alimentación. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura marca este día para tal fin, el mismo día que se fundó la organización en 1945.
El tema del Día Mundial de la Alimentación de 2014, “Alimentar al mundo, cuidar el planeta”, se ha elegido para promover la sensibilización sobre la agricultura familiar y los pequeños agricultores. Centra la atención mundial en el importante papel de la agricultura familiar en la erradicación del hambre y la pobreza, la consecución de la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, la mejora de los medios de vida, la ordenación de los recursos naturales, la protección del medio ambiente y el logro del desarrollo sostenible, en particular en las zonas rurales.
Quizá esta infografía realizada por FAO os ayude a comprender la situación.
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Fuente: FAO. Para ampliar haz click aquí |
Efectivamente, las plantas proveen todos los alimentos que consume la humanidad, ya sea de forma directa o indirecta. Y como a algunos sé que os gusta, os doy datos. Nos enfrentamos al reto de tener que aumentar la producción agrícola de aquí a 2050 un 70% sin poder disponer de más superficie cultivable (incluso cada vez será menos, por el crecimiento de las ciudades o por el cambio climático), y con menos agua y unas condiciones ambientales impredecibles y adversas en muchos casos. En todo el mundo, la relación de tierra cultivable por población está disminuyendo continuamente. Entre 1960 y 2000 cayó un 40% (y en África, un 50%).
De ahí surge la necesidad de aumentar la producción haciendo uso de recursos cada vez menos disponibles. Mejorando el uso del agua o minimizando las labores en las prácticas agrícolas (menos consumo de combustibles y emisiones de CO2), se podría contribuir al desarrollo de una agricultura sostenible. Por ejemplo, el agua. A día de hoy, el riego de los cultivos representa el 70% del consumo total de agua dulce del mundo, una cifra que en países en vías de desarrollo supera incluso el 95% del total. ¡Es una barbaridad! Su uso se ha triplicado en las últimas cinco décadas, -se emplean casi 3.000 litros de agua por persona para producir la ingesta diaria de alimentos- así que una buena opción, sería desarrollar cultivos tolerantes a la sequía. Ojo, que haberlos, haylos. Otro día si estáis interesados, os contaré los que hay en desarrollo y seguirá habiendo. Ahora, lo que hace falta es que empiecen a rodar las semillas existentes.
"Alimentar al mundo, cuidar el planeta"... Detrás de la búsqueda de esa agricultura sostenible pueden estar los pequeños agricultores, pero sobre todo, los científicos que trabajan con plantas desde una ciencia básica de botánica, fisiología vegetal, explotación de recursos disponibles hasta ciencia más aplicada como el desarrollo de plantas tolerantes a condiciones adversas (sequía, salinidad, calor...).
Un eslogan tan utópico solo puede ser posible desde una aplicación científica, seamos realistas.
El mundo necesita más científicos de plantas.
El artículo lo ha escrito Alan M. Jones, un profesor distinguido de la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill. Jones comienza recordando los fallos del sistema de investigación en biomedicina de Estados Unidos, pero en un momento dado, y haciendo las siempre odiosas pero a veces necesarias comparativas, llega a estos datos que me han resultado bastante sorprendentes:
La tasa insostenible de los doctorados otorgados por año en las ciencias biomédicas no es extrapolable a la tasa de doctores en otras ciencias de la vida, especialmente las ciencias agrarias. La gráfica que tenéis a la izquierda, representa los doctorados en Estados Unidos desde 1982 a 2012. El número total de doctores en ciencias de la vida está en
azul. La mayoría de esos doctorados son en ciencias biológicas, biomédicas y relacionadas con la salud (representadas en
rojo). Sin embargo, como veis, la línea
verde prácticamente inalterable durante el mismo período, corresponde al número de doctorados en ciencias agrarias o naturales.
El propio profesor Jones, llega a la conclusión en su artículo de que La Tierra debe ser compatible con otros mil millones de seres humanos en la próxima década, y debe hacerlo con menos tierra arable y en un clima impredecible. Lo que significa que debemos encontrar nuevas formas de producir cultivos con mayores rendimientos y con nuevas características -una hazaña que requerirán el trabajo de doctores formados en agricultura y en ciencias de plantas-. Pero en este momento -dice- no estamos produciendo científicos de plantas suficientes para sacarnos de este dilema malthusiano.
Pues así es. Una encuesta realizada por la Coalición de Estados Unidos por la Agricultura Sostenible a empresas de biotenología agrícola para determinar las necesidades de contratación de nuevos doctores en estas disciplinas arrojó lo siguiente: en 2015 se necesitarán 1.000 nuevos empleados en la media docena de empresas de biotecnología vegetal más grandes en los EE.UU. Solamente teniendo en cuenta Bayer, Crop Science, Dow Agro Sciences, Dupont Pioneer Hybrid, Dupont Crop Protection, Monsanto, y Syngenta, y casi la mitad de estas nuevas contrataciones previstas serán para doctores.
En esta gráfica, se ve que la tendencia durante los últimos años ha sido un crecimiento
bestial! exponencial de los doctorados en disciplinas biomédicas. en
rojo. Dentro de estas han considerado bioinformática, ciencias biomédicas, biométrica, bioestadística, biología del cáncer, biología computacional, biología del desarrollo/embriología, neurociencias y neurobiología, biología estructural y virología. Las disciplinas de biología básica de plantas, en
verde, comprende biología vegetal/botánica, genética de plantas, fitopatología y fisiología vegetal. Las disciplinas de ciencias agrícolas, en
azul, son cultivo agrícola y hortícola, economía agrícola, ingeniería agrícola, agrónomos, ingenieros de montes, fitopatología aplicada, microbiología y química del suelo, ciencias del suelo, entomología, genética de plantas aplicada y fisiología vegetal aplicada.
Está claro que hay que invertir en investigación en plantas. Esta misma semana, el profesor Peter Beyer, creador del
arroz dorado junto con Ingo Potrikus fue nombrado
Académico Correspondiente por la Real Academia de Ingeniería en un acto donde, además de la imposición de la medalla, impartió una conferencia magistral titulada ‘Mejora genética de plantas para la mejora nutricional’. Durante su conferencia, quiso recordar la figura de
Norman Borlaug, una de las personas que más vidas ha salvado en la historia de la humanidad gracias a la Revolución Verde en la que las variedades de alto rendimiento y la mejora de las prácticas agrarias lograron incrementar la producción agraria. Dijo que aquella revolución estaba basada en incrementar la cantidad pero no orientada a mejorar la calidad, y que ahora es el momento en el que el
mundo demanda no sólo otro incremento de cantidad sino también de calidad. Para ello, él apuesta por la biofortificación de alimentos. No como opción, sino como necesidad. El mundo necesita una nueva Revolución Verde, en este caso de la mano de la mejora genética.
Y estoy completamente de acuerdo.
Somos minoría tal vez los que trabajamos en Ciencias Agrarias. Los que obtenemos resultados que posiblemente se guarden muchos años en un cajón o vendamos a empresas americanas. Estoy segura de que somos muchos los que nos preocupamos porque el día de mañana, las generaciones venideras tengan algo más que comer que unas algas, insectos, medusas o unos complejos vitamínicos que suplan todas las carencias nutricionales... pero pocos, los que tenemos la oportunidad (y el deber) de desarrollar cultivos sostenibles.
Y aún menos, los que desgraciadamente allanan el camino legal para que algún día, algo de todo esto sea posible.
Sin Ciencia no hay futuro. Pero es que además, sin Ciencia en la agricultura, no habrá alimentación.
Fuentes:
PD: Me quedé a cuadros cuando me enteré que el Prof. Beyer se está interesando en un nuevo tema de investigación basada en... ¡la comunicación entre plantas! Os suena? ;-)